La penúltima semana de Agosto, y aprovechando la generosa invitación de Nico al refugio que su padre posee en pleno corazón del pirineo francés, nos escapamos hasta allá, Simón, Agustín y Yo, con la ambición de realizar alguna que otra ascensión y también practicar el descenso de cañones. Como quiera que Nico desafortunadamente se lesiono una rodilla justo antes de nuestra llegada, ya no le fue posible desempeñar actividad alguna, así que al final hubo mas ascensiones que descensos.
Para abrir la semana nos dimos un paseo hasta el Néouvielle, desde el Cap de Long, sin prisa pero sin pausa.
Para abrir la semana nos dimos un paseo hasta el Néouvielle, desde el Cap de Long, sin prisa pero sin pausa.
Al final catorce horas y media hasta regresar al punto de partida, ya de noche y a través de la niebla que ascendía desde el fondo del valle.
Cerramos la semana con la ascensión al pico de La Munia, desde el circo de Troumouse, con Jean-Francoise, el padre de Nico como paciente guía.
Esta ascensión la realizamos al estilo francés, esto es, muy ligeros y al trote. El tiempo inmejorable y el panorama indescriptible, vamos, una ascensión impresionante.
Entre semana hubo un poco de todo, barranquismo, escalada, vivac... y por fin... de nuevo el Vignemale.
El Vignemale, poco mas de tres años hace ahora que tuve oportunidad de ascender esta joya del pirineo. Como se puede apreciar en las fotos, las condiciones eran entonces bastante diferentes.
En aquella ocasión y con la buena compañía de Oli, Teresa y Jose realizamos una completa travesía desde San Nicolás de Bujaruelo hasta el puerto del Mulo, después bajamos al refugio de Oulettes, de allí subimos al refugio de Baysselance, luego pasamos por la Barrage d'Ossoue y regresamos a San Nicolás por el puerto de Bernatuara.
Tres días en total. Fue mi primer contacto con el duro hielo glaciar y culminamos las ascensión entre la niebla que se mantenía pegada a la parte alta de la montaña. Una pena, ya que el teníamos la certeza que panorama desde allí arriba debía ser sobrecogedor.
Esta vez en cambio el tiempo no pudo ser mas benévolo, tanto en el vivac sobre los prados de la Barrage d'Ossoue como el día de la ascensión.
Aprovechamos esta ocasión para retomar las técnicas aprendidas el año pasado en los Ecrins, durante el curso de alpinismo. De modo que con todo el material, o casi todo, poco a poco llegamos hasta la cumbre. Entre tanto Simón, Joaquín y Susana alcanzaban también la cumbre en compañía de los amigos franceses.
Una vez en la cumbre, y con la tranquilidad de un apacible día por delante, nos decidimos a crestear todo el circo del glaciar de Ossoue. Menos mal que llevábamos la cuerda y un par de cintas.
Los pasos comprometidos y aéreos y la roca fracturada hicieron que se nos secase la garganta en mas de una ocasión, pero una vez sorteados los puntos mas delicados de la arista, y ya casi paseándonos sobre las crestas, fueron cayendo junto con el Pique Longue, el Clot de la Hount, el Cervillona, el Central, y no se ya si algún otro. El caso es que al final... -¡que buen sabor de boca compañero!-...
De regreso al coche con las ultimas luces del atardecer, el corazón contento y los pies doloridos, tras trece horas de caminata para arriba y para abajo, un único pensamiento nos mantenía ocupados ya: "no mancarse" para poder disfrutar a gusto de la prometida cena a base de huevos fritos con chorizo.